La presente entrada del Blog, con su carácter más
filosófico, pretende afrontar las lecturas sobre filosofía de la ciencia y
Thomas Kuhn en su teoría de las revoluciones científicas en donde plantea una
evolución de las disciplinas científicas en las que se alternan períodos de
“ciencia normal” con momentos de revolución.
Si nos centramos a la temática de la actividad investigadora
de un servidor, y más en concreto con los primeros experimentos puestos en
marcha a través de la valorización de los residuos a través de la vermicultura como protagonista, debemos remontarnos al año 1881,
cuando Darwin ya describió a la lombriz como los "ingenieros del suelo".
Durante más de una centuria, estos animales estuvieron,
digamos que en el olvido, hasta que el aumento de actividad humana, más allá
del carácter de subsistencia, comienza a generar residuos que hasta el momento,
no suponían problema alguno.
¿Cómo nos deshacemos de algunos residuos? Comienza el paradigma.
Es allí por la década de los años 70 del siglo
pasado, cuando la necesidad (esa llamada “crisis”) se hace virtud y comienzan
los primeros experimentos y ensayos del uso de las lombrices para gestionar la
descomposición de la materia orgánica de residuos como estiércoles y algunos
restos de alimentos. Se produce así, esa primera crisis revolucionaria.
Con el paso de los años, los residuos orgánicos han ido in
crescendo, en número y en variedad, y el empleo de estos gusanos anélidos, no
ha sido diferente. Quizás, estos cambios no sean suficientemente notables como
para decir que han sido otra crisis.
Durante este siglo XXI, los residuos en los que se estudia
la viabilidad de la supervivencia y optimización del proceso de degradación y
transformación de la materia por parte de las lombrices de tierra, ya no se
hace con un residuo en solitario o mezclas simples de los primeros desechos,
sino que son combinaciones diversas de todo tipo de restos orgánicos
industriales e incluso con desechos orgánicos que contienen componentes dañinos
para el medio ambiente como metales pesados por citar un ejemplo.
Y en este reto de valorizar residuos orgánicos industriales
anda “el juego” (la ciencia normal) de momento…
Buen ejemplo de paradigma.
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